RAFA CORRECHER
Galileo
Es tan blanca la luz en este valle
y esta tan claro el cielo
que he visto algo asombroso, verdad pura
en esta noche de herejía.
El agua se detuvo en su equilibrio
y me alejó de su cuidado,
mi cuerpo era del aire,
perdido en el ápice de un reloj
gritaba
y entre la arena
mi voz era un principio sin constancia,
como un campo baldío
bajo la lluvia inerte de mi imagen.
Ahora,
apenas llega el sol hasta mi celda
y no olvido mi sueño,
la conciencia es un vértigo sin manos,
como esta herida en la que abjuro.
Es tan blanca la luz en este valle
y esta tan claro el cielo
que he visto algo asombroso, verdad pura
en esta noche de herejía.
El agua se detuvo en su equilibrio
y me alejó de su cuidado,
mi cuerpo era del aire,
perdido en el ápice de un reloj
gritaba
y entre la arena
mi voz era un principio sin constancia,
como un campo baldío
bajo la lluvia inerte de mi imagen.
Ahora,
apenas llega el sol hasta mi celda
y no olvido mi sueño,
la conciencia es un vértigo sin manos,
como esta herida en la que abjuro.
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